El estilo de estos cuentos resulta, por lo tanto, experimental: el autor expone a su lector a un lenguaje que exalta el sueño surreal y no concede nada a la anécdota. La historia es el lenguaje. Lo que se cuenta en estos cuentos es el lenguaje mismo contándose, moviéndose, su capacidad de moverse, de desplazarse hacia un fuera que es un «fuera-de-sí». He aquí el delirio de un lenguaje que se hace voz, que se hace cuerpo, que se hace acción en el espacio y en el tiempo; en otra palabra, performance.