El autor, al introducir en la comedia a dos jóvenes e inexpertos terroristas de una banda en descomposición que resulta ser ETA, asume el reto de tratar un asunto violento y cruel desde el humor. En contra de lo que pueda pensarse, esta no es una obra política, sino una comedia romántica y divertida con la que nos reímos a gusto, un vodevil que no pretende ser más que una distracción para pasar el rato.