AA.VV
La mañana del 27 de septiembre de 1975 la dictadura franquista llevó a cabo sus cinco últimas ejecuciones y, de hecho, las últimas de la historia de España. En Madrid fueron fusilados tres miembros del FRAP: José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz. En Burgos y Barcelona, dos integrantes de ETA político-militar: Ángel Otaegi Etxeberria y Juan Paredes Manotas (Txiki). Cuatro consejos de guerra los habían condenado a muerte por su participación en los asesinatos de los agentes de la Policía Armada Lucio Rodríguez Martín y Ovidio Díaz López, y de los guardias civiles Gregorio Posada Zurrón y Antonio Pose Rodríguez. El Gobierno del presidente Carlos Arias Navarro, al contrario que su predecesor en otras ocasiones, había confirmado las penas. En la presente obra se analiza la interrelación entre las dos formas de violencia política que marcaron a fuego el convulso ocaso del régimen. Por una parte, el terrorismo de ETA, el FRAP, los GRAPO y otras siglas, que causaron 68 víctimas mortales y centenares de heridos entre 1968 y 1975. Por otra, la represión franquista, cuyo punto culminante se a