En su manera de decir Nicolás del Hierro hace hermoso todo lo que toca, ya desde la nostalgia, ya desde la crítica social, ya desde la reflexión, nos ofrece siempre una poesía serena, suave, como de brisa (aunque a veces sea producto de tormentas) y es que Nicolás es un poeta comedido, sencillo... un hombre bueno que decía el maestro Machado. El hombre, pueblo llano, / se vistió esta mañana con la humilde / camisa de la espera y la esperanza; / pero ahora, camino de su todo,/ cuando observa el contraste de las formas, / piensa que los expertos le mintieron, / y su esperanza ya no es verde
Un poeta con la humildad de los que dudan, temen... y la grandeza de los que temen y dudan. Su poesía le nace siempre de dentro, del corazón, de las entrañas, de la necesidad de contar y cantar a la raíz y al hombre.
La esperanza, y esa voz roja con todos los colores de un humanismo de concordia, por más que las sombras cerquen en ocasiones la vida, sigue habitando en Nicolás del Hierro. Por eso escribe su impresión, / vuelve a ser otra vez el que persigue / con la palabra su tesoro / y del amor la libertad: / sabe que en el poeta, y en su verso,/ está la luz que busca desde siempre. (Manuel López Azorín)