Como en una colmena, en la casa de dos plantas con terraza, sótano y jardín, hay una reina terca, vanidosa y dominante. Inteligente, pero con poca cabeza y mucho corazón. Claudia, la reina, se encarga de sembrar la polémica en su entorno, provocando la discusión, sin razón ni elementos sólidos que la avalen, entre los individuos que acuden a la llamada de la amistad, desde distintas partes de la ciudad y otros lugares más lejanos, además de la propia vecindad. Bondad, mentira, vanidad, dominio y sumisión envuelven la vida de Claudia y Nazaret. El camino cercano sembrado de almendros adultos es la válvula de escape, encuentros y confidencias, de transeúntes buscando algo de paz, complicidad y, tal vez, algo cercano a los sentimientos florecientes. Miríadas de seres, entran y salen de la casa, dejando en ella sus cuitas, novedades, vivencias y confidencias, como quien va a emprender el último viaje. Vidas que entran y salen; comparten y se abrazan; germinan y se desarrollan, van ofreciendo un compendio de cuestiones, que encandilan a quienes las conocen, surgiendo la diversidad de opiniones, hasta alcanzar su
