Alfredo Vanín enuncia: «El Litoral Pacífico Colombiano es fundamentalmente una zona cultural oral,
pese al creciente avance de la lectoescritura, propiciada por los planes educativos. Lo es por patrones
de conducta, por historia; porque las comunidades indígenas lo eran; porque el español acentuó la
tradición contada y porque el hombre traído de África venía de una fuerte raigambre oral y heroica,
representada en la figura del griot, juglar o biblioteca ambulante de la historia. Es oral porque su
aprovechamiento económico se ha expresado en la utilización de recursos sin vínculos con el
desarrollo nacional, lo que ha situado la región en la ?periferia de la periferia? (De Grande, 1977)».
William Mina Aragón, invita, a su vez, a abrirnos a la polifonía de poéticas intertextuales y lenguajes,
literarios como también artísticos y filosóficos, que no se escuchan de los imaginarios creativos de
afros, indígenas y mestizos.