El siglo XX, sobre todo su primera mitad, ha sido el siglo de las revistas literarias. Sin ellas resultaría imposible entender, en toda su magnitud, la delicada y complejísima trama de tapiz que fue la literatura de esos años, e incluso la cultura de esos años. En esas revistas literarias o poéticas, como asimismo en las revistas más generales o en la prensa diaria de la época, la literatura estaba habitualmente acompañada no sólo del periodismo, sino también de las artes plásticas, de la música, de la arquitectura, de la filosofía e incluso de la ciencia. Baste recordar en este sentido la admirable amplitud de miras y el firmísimo criterio selectivo de la española Revista de Occidente (1923-1936). Puede decirse sin exagerar, lo que no deja de ser, a la vez, sintomático y sorprendente, que todos los grandes poetas modernistas y vanguardistas de América y España crearon revistas o tuvieron una importante participación en ellas. Por citar sólo algunos de los más relevantes autores americanos, Rubén Darío fue el director de Mundial Magazine (París, 1911-1914), Jorge Luis Borges participó en la creación de Proa