El Tajo es un elemento fundamental de Toledo. Sin embargo, su deplorable estado ha propiciado su olvido. Para evitarlo nada mejor que recordar cómo el río fue objeto del orgullo cívico de los vecinos de las principales poblaciones que vivieron junto a su cauce. Para comprobarlo, la obra realiza el estudio de las visiones que los historiadores e intelectuales de Toledo y Lisboa quisieron proyectar del cauce fluvial en los siglos XVI y XVII, al considerar que las aguas del Tajo eran un bien que les aportaba prestigio y servía para justificar viejas preeminencias. Sus testimonios son la mejor muestra de que hubo un momento en el que el Tajo importaba y que, muy probablemente, situaciones de deterioro como son las que actualmente padece, hubieran encontrado una respuesta que hoy echamos de menos.