Es bastante probable que hayamos entrado en un periodo de 30 años que serán muy importantes, tal vez claves, para el destino de la especie humana. La progresión de la tecnología y de la ciencia se ha vuelto exponencial, casi de manera silenciosa, sin que las opiniones públicas hayan comprendido verdaderamente su significado y sus posibles derivas, salvo círculos muy minoritarios.
En este contexto, la ciencia ficción, un género percibido como marginal por una buena parte de la crítica y el público, toma una nueva relevancia: puede ayudar a abrirnos la mente a unos horizontes que pueden ser sombríos o más luminosos que mil soles. Estas ficciones son, como decía Vargas Llosa, la verdad de las mentiras.