Posiblemente etiquetable bajo el género fosco, los relatos que componen este volumen mezclan el terror de lo cotidiano con la crítica a la deshumanización que vive nuestra sociedad. Humor y mala leche se mezclan para componer un patchwork de historias que se leen como quien se toma una ronda de chupitos: la garganta solo arde después del último trago.