viene a desvelar lo que constituye el axioma vivo de toda economía, o economía de todos los tiempos, parcialmente reprimida hasta el momento por las falsas autorrepresentaciones sociales. Según tal axioma, la economía no puede ser sino la actividad propia de la vida para su recreación y automantenimiento, lo cual tiene consecuencias revolucionarias en todos los órdenes.
Por una parte, posibilita la crítica a los fundamentos mismos de la «economía capitalizada» al contemplarla como un orden cerrado de relaciones, devastador para el ser humano y la naturaleza. Por otra, introduce también un cuestionamiento de los planteamientos relativistas de la economía procedentes del marxismo. Por último, pone las bases de una planificación económica en función de la calidad objetiva de vida, de los ritmos de regeneración propios de la naturaleza y de la necesaria anticipación para una toma racional de decisiones. En definitiva, arrojando todas las máscaras clasistas que legitiman las desigualdades entre los seres humanos, despliega las claves del orden fraternal de la Economía de la vida, que, con la belleza que e