El espliego y la poesía son irrefutables.
Solamente y tanirrefutables como Lluís Fernández, que habla en el idioma del agua, de los páramos celestes de la altamar, de los tallos húmedos ycrujientes, idiomas usados comúnmente entre la comunidad de losárboles, sin verbos, sin nombres, ordenados en el otoño ocre de unvocabulario profundo, desenterrado para ser honrado y vuelto aenterrar. Lluís ha recogido un ramo inconfundible de espliego, unpuñado de belleza dimensional, una conjetura excepcional dealrededores irracionales, un bosque abierto en canal por la tripa, y,anudándolo por sus entrañitas leñosas, nos lo deja aquí, en loslabios, para que cada vez que digamos espliego, le digamos a él, ypara que cuando hablemos de él, tengamos la absoluta certeza de estarhablando del espliego.
Enrique Urbano, a Espliego, la maravillosaobra de Lluís Fernández, en Sa Ràpita, un martes de abril de 2022.