La mirada poética dilata la experiencia del mundo, colabora en el viaje al centro de las cosas, llena de vida cada acontecimiento y nos devuelve la inocencia del «no saber». La ignorancia sagrada.
En los tiempos que corren, la poesía nos salvará. No es necesario escribir poesía. Tampoco leerla. Mas... sí mirar con poesía, SER la poesía, para poder desvelar la trama y salir, así, del drama.
Este viaje a través de la poesía es un baile entre lo humano y lo divino. Una transformación que ocurre de adentro afuera, posibilitando legitimar todas nuestras partes. Las que brillan y las que hieden.
Este libro es el relato de una humana desprendiéndose de cada máscara que se descubre, de cada piel que se le queda pequeña, mientras va palpitando, cada vez con más nitidez, el latido de la mujer ilimitada que también es.
Un libro lleno de sutiles claves para sanar asuntos tan prioritarios en el universo personal como nuestro vínculo con el gozo, el amor propio, el merecimiento, la culpa, los fantasmas del pasado o la ciclicidad femenina.
Con un estilo directo y visual, a veces
