Su padre le había hablado montones de veces
del género western, de las películas del Oeste, pero
nunca le había puesto ninguna.
Aquella tarde de domingo le puso una.
Dejó a Mario sentado en el sofá con aspecto serio
y un poco decepcionado:
¡Del Oeste! ¡Seguro que es un rollo!
En contra de lo esperado, la primera imagen le
gustó. Era el primer plano de un vaquero con sombrero,
un antifaz y un pañuelo anudado al cuello.