En los tiempos oscuros que vivimos, ¿para quién se escribe? ¿Quién lee o quiere poesía? En tiempos en los que el mundo se desacralizó y reinan por doquier inteligencias de laboratorio, ¿qué podemos hacer con la palabra que brota desde el fondo del sentir y pensar? Palabra que sale desde honduras atravesando valles y colinas. Para mí es claro que el poeta o la poeta escriben en primer lugar para sí mismos, necesitan decirse, necesitan indagar sus sentimientos y la palabra es el instrumento que tienen a la mano, que se les atraviesa en los pulmones.
Pero la poesía se grita para otros, se pregona en la plaza, se dice a la luz de la vela o al fuego del incendio. La poesía no se puede callar. También la poesía es voz profética que redime desastres y anuncia nuevas lunas. Octavio Paz nos dice: «Abierto o cerrado, el poema exige la abolición de quien lo escribe y el nacimiento de los poetas que lo leen. La poesía es lucha perpetua contra la significación».