El autor desarrolla la polémica alrededor de los conceptos emoción y razón y advierte que aunque la razón se basa en un proceso cerebral más evolucionado que la emoción, es lenta y necesita tiempo para triunfar. Y nos recuerda que si no le damos tiempo a la razón, la emoción siempre gana y es quien determina nuestro comportamiento y las decisiones que tomamos.