El padre Diego Suárez Mora fue un verdadero adelantado a los tiempos. Supo ver antes que nadie las necesidades sociales futuras, construyendo una obra de Dios bajo el indiscutible servicio al prójimo. Un personaje dotado de una autoexigencia enorme a la hora de darse a los demás, hasta el punto de sentir verdadero temor por fallarle al forastero de Emaus, a quien le abrió la puerta durante toda su vida. Su legado muestra a una persona que no se resistía ante quien no pudiera, la necesidad humana le vencía. Un sacerdote a quien se le abrían las carnes cuando alguna persona llegaba a él sufriendo.