Mónica no necesita el apoyo de una pareja para que su vida sea plena, pues considera que estar enamorada es la peor enfermedad que una mujer puede padecer. Inteligente y fría, no hay negocio o conquista que se le resistan cuando despliega sus armas sensuales. Ella tiene el poder y disfruta al ver cómo controla a los hombres cuando busca el placer o el ascenso laboral, sin importarle el daño que sus juegos provoquen.
Cuando encuentra a César, el hombre más atractivo y poderoso que ha conocido, se establece una lucha entre ellos por el dominio sexual. Esta relación de sexo desenfrenado y sentimientos encontrados proporcionará a Mónica un placer y un sufrimiento hasta entonces desconocidos.